Un niño, a quien se identificó como Polaquito fue exhibido en la televisión como un fenómeno social. Ladrón y homicida a los doce años. Esta no es una casualidad. Es necesario estigmatizar aún más y aportar a la construcción de un imaginario que complazca a algunos sectores con pensamientos fascistas, quienes reafirmarán así sus convicciones: cárcel para los niños delincuentes e inclusive la pena de muerte.
- Por ANÍBAL GALLAY
Hasta bien entrado el siglo XX eran comunes las ferias, espectáculos montados para impresionar al público, exhibiendo personas con llamativas malformaciones físicas, o con desfiguraciones notorias, que se salieran del criterio de la normalidad.
Otro tanto ocurría en los circos que presentaban mujeres barbudas, enanos, quienes padecían de gigantismo, obesos. Resultaba, para el público motivo de diversión casi siempre y alimento de la morbosidad que suele campear en esos casos.
Aberraciones que se supone han sido superadas.
Pero la necesidad de circo no ha disminuido.
La televisión se ha convertido en el nuevo escenario en el que se presentan fenómenos nuevos, que impresionen a sectores fuertemente imbuidos e ideas cercanas al fascismo.
El Polaquito
Jorge Lanata, director de escena del circo televisivo, presentó un fenómeno social: un chico de once o doce años, identificado como Polaquito. Se le hizo una entrevista y allí confesó que había matado a un transa, que consumía cocaína, que su padre estaba preso y otros detalles sobre su azarosa vida.
Supóngase que todo (el personaje y la entrevista) sean verosímiles. Entonces habrá que preguntarse cuál es la causa final de esta escena que vieron (¿y disfrutaron?) millones de personas.
Es algo obvio: estigmatizar a los chicos de los barrios pobres, donde –como ya está comprobado- son todos ladrones, homicidas y drogadictos. Y la conclusión cae de madura: bajar la edad de imputabilidad y enviar a la cárcel a los chicos que delinquen. No sería nada raro que algún Alfredo Olmedo proponga en la Cámara de Diputados bajar la edad de imputabilidad a los once años, e inclusive la pena de muerte. Pero además podrán justificarse los linchamientos, el gatillo fácil, el encierro de niños como medidas de seguridad, la tortura en las comisarías, las razias, la detención arbitraria, el atropello al principio de inocencia y las demás garantías constitucionales, porque al fin de cuentas “algo habrán hecho o estarán por hacer”. Y una de las estupideces más difundidas: “Si son menores, hay que meter preso a los padres”.
Los dueños de la verdad
No importa que la madre haya desmentido casi todo lo afirmado por el Polaquito, y aceptando que tiene adicciones desde los ocho años. Jorge Lanata es el animador del circo y dueño de la verdad. Lo que diga la madre no importa: madre e hijo son de la misma calaña.
En la Argentina el 57 por cien de los menores de 17 años son pobres incluyendo los indigentes. Pobreza, hambre, hacinamiento, falta de agua potable, cloacas, calles, viviendas miserables, consumo de drogas… Niños que apenas sobreviven. Y en ese paisaje argentino a alguien le puede extrañar que haya Polaquitos, valga la pregunta.
Lo que si resulta miserable es la conducta de Jorge Lanata en particular y la televisión en general, de usar a un niño con serios problemas, para un negocio, bajo la fachada de estar haciendo periodismo.
El circo sigue su marcha y buen parte de la población reafirma sus convicciones: a las lacras como Polaquito hay que sacarlos de la sociedad porque no pueden vivir en ella.
rubengallay@hotmail.com
Esta nota es posible gracias al aporte de nuestros lectoresSumate a la comunidad El Miércoles mediante un aporte económico mensual para que podamos seguir haciendo periodismo libre, cooperativo, sin condicionantes y autogestivo. |