El médico Damián Verzeñassi hace punta en la lucha contra Monsanto y no está solo: son centenares las organizaciones de Entre Ríos y el país que dan una lucha a diario para esclarecernos, en resistencia y combate al ecocidio.
(Ver video de Damián Verzeñassi)
(*) Por DANIEL TIRSO FIOROTTO
Ecocidio es un neologismo y equivale a un daño ambiental de magnitud contra muchas especies, incluida la humana. Contra el suelo, el aire, el agua, el monte y sus moradores, los humedales, los pastizales, la variedad de alimentos, en fin.
Grandes multinacionales como la estadounidense Monsanto (comprada hace pocos días por la alemana Bayer) creyeron que en sociedad con políticos y banqueros tenían las vías aceitadas, pero no contaron con la potencia de vecinos estudiosos, honestos y valientes, vecinas y vecinos que están cumpliendo el rol de David frente a Goliat. Hoy la batalla puede ser desigual, y sin embargo de final abierto.
La noticia de la presencia del médico y catedrático Damián Verzeñassi en Holanda para denunciar los estragos de Monsanto junto a otros cientos de ecologistas del mundo estimula a los asambleístas que ven en este joven entrerriano a un par, fruto de un barbecho que lleva acá veinte y más años en resguardo del ambiente, desde aquellas jornadas históricas contra el represamiento del Paraná medio.
MIRADA ECOLÓGICA
Verzeñassi es un ariete (lo es su familia) para voltear las puertas de la cueva de mentiras que protege a los agronegocios, y otros males.
Organizaciones civiles formaron en La Haya el Tribunal Internacional Monsanto para probar el delito de ecocidio y otros delitos de lesa humanidad, y abrir un juicio en La Corte Internacional.
Allí está Damián, que ha sabido impulsar aquí los Campamentos Sanitarios desde la Facultad de Ciencias Médicas (FCM) de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y es protagonista permanente de las asambleas ambientales del litoral para el estudio y el intercambio de información.
Este joven es consciente además de que los males del sistema de transgénicos y sustancias químicas deben mirarse integralmente, evaluando la biodiversidad, la historia, la sociedad, los alimentos, los saberes antiguos, la comunidad, la energía, el suelo, la economía, la salud, en fin. Una mirada ecológica, de cuenca. Ese es el aporte revolucionario de las asambleas sociales y ambientales, los centros de estudio y las organizaciones aledañas (en algunos casos como éste, también la universidad), para tomar conciencia del estado de cosas.
CONTAMINACIÓN Y DEMÁS
En la lucha por la vida, la biodiversidad, la salud, está el humano y no sólo el humano.
Pero hoy aprovechamos esta noticia para detenernos en una de las consecuencias y a su vez causas del deterioro social y ambiental que padecemos: el hacinamiento.
Los males del hacinamiento se ven a diario y casi en vivo por las pantallas de la televisión. Fiestas juveniles que terminan en una sangría. Madres desesperadas en su impotencia frente a las adicciones de sus niños. Lazos de afecto y valores comunes en estado de descomposición.
Familias arrinconadas en viejos edificios húmedos, mafias aprovechadas de las necesidades más elementales para medrar, invitación a los negocios turbios, terrenos usurpados como casi única vía para el techo propio.
Los programas de televisión de Martín Ciccioli y Julio Bazán dan un panorama desolador y a la vez muestran la capacidad de resistencia de nuestras mujeres y hombres.
Hay un sinnúmero de efectos del hacinamiento que no están muy a la vista en materia de trabajo, salud, educación, seguridad, transporte, expectativas, armonía social en permanente tensión o ya destruida.
A la violencia estéril y la ausencia de válvulas de escape, el hacinamiento suma la casi imposibilidad, para el humano, de iniciar una relación en armonía con la naturaleza.
Por eso el daño se hace más nítido si miramos desde la cosmovisión de nuestros pueblos antiguos que dicen vivir bien y bello, sumak kawsay, suma qamaña, tekó porá, kume mongen. Humano en la naturaleza, no sobre ella ni distanciado.
Los campos fueron copados por pocos para sus negocios. Se marchó el hombre y a la vez se taló el monte. En la pampa húmeda y aledaños casi todo se orientó a los intereses de Monsanto. Hoy, Monsanto/Bayer, por dar dos nombres emblemáticos de cincuenta que controlan la economía regional.
Con aportes como el de Rafael Lajmanovich, también entrerriano, y el desaparecido Andrés Carrasco, fuimos advirtiendo los riesgos del sistema para la salud, para los embriones, sea en ranas como en humanos, conociendo los casos de malformaciones graves y muerte.
Pero ese problema de salud y reproducción viene acompañado por otros como el desarraigo, el destierro y el hacinamiento, además de la pérdida de soberanía alimentaria, de variedad de alimentos en cercanía, de complejidad cultural. Y todo ello enferma y mata.
ENFERMEDADES SOCIALES
Los tres poderes del estado y las demás instituciones (facultades, sindicatos, religiones, medios masivos de gran alcance, organizaciones diversas, corporaciones, empresas), todos saben que el hacinamiento es caldo de cultivo para una variedad de enfermedades sociales.
Cuando ya denunciábamos éxodos masivos y destierro, llegó el sistema de agronegocios con transgénicos, sustancias químicas, grandes máquinas, pooles del capital financiero especulativo y volúmenes gigantescos, para ponerle el moñito a la desertización.
Entonces volvemos a las noticias diarias producto del hacinamiento. ¿A cuántas personas encierra o mata? La macrocefalia argentina es una industria de delitos variados, pero hay una fomentada por los mismos gobiernos, el estado, el sistema, los grupos de poder, es la industria de los delitos de peligro en los barrios hacinados, sea en Buenos Aires como en Rosario, en Paraná y Santa Fe como en Córdoba, en Concordia como en Mendoza.
Los daños potenciales saltan a la vista, son decenas y se refuerzan unos a otros. La sinergia de los distintos males del hacinamiento es fatal.
Por eso el sistema Monsanto mata en el campo, en los pueblos rurales, y mata en el hacinamiento.
LOS ESCLAVIZADOS
Así como en materia de residuos operan delitos de peligro, y lo mismo en materia de drogas; así como las leyes de droga y residuos establecen penas para aquellos que generan esa situación de riesgo, aunque no hayan provocado una muerte (como bien lo ha explicado el fiscal Antonio Gustavo Gómez), esos delitos de peligro están a la orden del día en el hacinamiento.
Días atrás escuchábamos a un lustrabotas boliviano en un barrio del conurbano bonaerense. Comentaba que trabaja allí para ganarse la vida pero jamás traería a sus hijos porque allí hay mucho malvivir (no recordamos la expresión que usó), mucho peligro.
La Constitución y las leyes contemplan la vida sana y los derechos precautorios, por las dudas, y sin embargo el hacinamiento está como naturalizado cuando es obvio que por precaución y salud los niños no deben ser expuestos al hacinamiento.
En la Argentina (y también en países vecinos como Brasil) el hacinamiento adquiere tal magnitud que debe considerarse una marca de racismo.
Ahora, ¿qué hacer con este racismo de clase y región?
En 1813 proclamaron la libertad de vientres, como un paso adelante contra la esclavización. Hoy se impone la libertad de vientres, la liberación de los recién nacidos, como un pequeño paso.
Sabemos que en parte aquello permitió que siguiera la esclavitud muchas décadas, ya entrado el siglo XIX, pero en algún punto alivió a los esclavizados porque veían a sus hijos con cierta independencia. (Por lo menos los que no fueron empujados al frente de batalla para darnos la libertad que ellos nunca gozaron).
RICOS MUY RICOS
En la Argentina, el hacinamiento es más hiriente porque la otra cara de la misma moneda (la sociedad) luce enormes superficies deshabitadas, donde las familias fueron desarraigadas y desterradas y unos pocos ricos medran sin mayores escrúpulos.
La escasez puede ser dura y soportable, las migraciones pueden ser comprensibles en ciertas circunstancias, pero en este caso las causas resultan inaceptables.
Si analizamos los daños del hacinamiento en familias, grupos, comunidades, personas, en los niños principalmente, no tardaremos en advertir eso que apuntamos: el hacinamiento es una marca de racismo donde actúan en sinergia la clase social, la región, el sistema económico y los factores de poder. Así es que se ha naturalizado el desarraigo, la desertización, el destierro y el mismo amontonamiento de las personas en lugares reducidos.
Se nota más ese racismo llamado hacinamiento frente a la acumulación de unos pocos.
(Mientras tantos no tienen techo otros suman cientos de miles de hectáreas).
Y todavía más cuando miramos este fenómeno a la luz de saberes antiguos de ese suelo que demuestran que la mujer y el hombre no pueden desplegar sus potencialidades alejados de la naturaleza, es decir, del árbol, el río, el pájaro; extirpados del paisaje para allanarle los negocios a las multinacionales.
MIRADA ECOLÓGICA
Para conocer el sistema de agronegocios hay que mirarlo desde una perspectiva integral. El uso de la energía, la petróleo dependencia, los volúmenes de producción, los camiones en ruta, las multinacionales beneficiadas, la preservación del suelo y la salud del agua; y así el arraigo de las personas, la resistencia del monte y los humedales, la variedad y calidad de alimentos, el trabajo, los oficios, los impuestos, y este punto en que nos enfocamos hoy: millones de personas empujadas, cercadas, encerradas, naturalizando el racismo del hacinamiento. Esas víctimas se hacen famosas de a poquito, a medida que se desangran los barrios hacinados, sea en las fiestas, en el transporte, en las riñas, o cuando oímos a las madres llorar la pérdida de sus niños en manos de la los estupefacientes.
En estas horas Damián Verzeñassi representa en Europa a nuestros países del Abya yala (América). El sistema está en problemas, la mirada acotada al tamaño del billete no se compara con la mirada sin límites de los ecologistas que sí saben ver la cuenca y el futuro.
Por lo pronto, sabemos que el joven doctor Verzeñassi viajó bien provisto de honda y piedritas que fue juntando en el camino junto con las y los ecologistas, y con las víctimas del gigantón, sea en el campo expulsor como en el hacinamiento de nuestros barrios. Algunas de esas víctimas le agradecerán a este paisano desde sus tumbas.
(*) Daniel Tirso Fiorotto. De la Redacción de UNO. Paraná. Domingo 16 octubre 2016.-
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