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OPINIÓN

Una larga agonía

Las comunidades aborígenes del norte argentino están sumidas en la extrema pobreza. Su condición de cazadores y pescadores se ha vuelto imposible. Con los desmontes les han quitado su base de sustentación e incluso el agua apta para consumo humano. Los niños están muriendo de desnutrición extrema. Nunca hubo un proyecto que los tuviera en cuenta. En 1884 se puso en marcha la Conquista del Chaco. El Estado ocupo el espacio, pero no hubo proyecto para los miles de aborígenes que lograron sobrevivir. Hoy el desmonte los condena a una larga agonía.

 

Por ANÍBAL GALLAY de EL MIÉRCOLES DIGITAL

 

En estos días las crónicas periodísticas dieron cuenta de la muerte de niños aborígenes, en la provincia de Salta. Las muertes se produjeron por desnutrición y otras complicaciones derivadas de una alimentación deficiente.

Los pueblos originarios del noreste y noroeste argentino tienen una particular forma de vivir y sobrevivir. Hasta hace algunas décadas el medio ancestral era salir a “mariscar”. Mariscar era cazar y pescar. El monte podía proveer de proteínas a la comunidad. Charatas, patos, conejos, guazunchos, chanchos del monte, mulitas, gallinetas (opa-caá, en guaraní)  que sumados a la fauna fluvial podían mantener a una familia o un grupo. La dieta podía completarse con mandioca, zapallos, algarroba y otros frutos.

Un alto porcentaje de comunidades aborígenes han sido cooptadas por el evangelismo. Y ya se sabe que todo está en manos de Dios, que  no deja de ser un camino para eludir responsabilidades.

El desmonte  y la incapacidad de los dirigentes políticos lograron que esa forma de vida se tornara inviable. Los aborígenes del norte no son agricultores y no pretenden serlo por más que haya provisión de semillas y herramientas. Los gobiernos, ignorantes mayúsculos, envían de vez en cuando provisiones especialmente en latas. Los aborígenes, salvo yerba, azúcar, y harina canjean las provisiones por dinero en efectivo o por carne. De ello se aprovechan algunos  comerciantes.

Concepto del tiempo

Los aborígenes de estas zonas en general tienen una dimensión del tiempo que no se parece a lo que se puede considerar criterio occidental. A los maestros les cuesta mucho que los niños concurran a la escuela a determinado horario.

Los aborígenes tampoco tienen la noción del trabajo, tal como se la entiende en general en occidente. No hay horario y eso de trabajar ocho horas no forma parte de su visión del mundo. Y menos toda una semana. Y los preceptos: ahorro, progreso, esfuerzo, méritos, ascenso no está en su diccionario.

Un alto porcentaje de comunidades aborígenes han sido cooptadas por el evangelismo. Y ya se sabe que todo está en manos de Dios, que  no deja de ser un camino para eludir responsabilidades.

Muchos sobreviven con pensiones que desde ya no alcanza para mantener una familia.

La droga

Y esto que viene no suele publicarse porque es políticamente incorrecto. Las adicciones son un flagelo que derrumba todo. El cachurí es una adicción persistente. Esto consiste en alcohol (comúnmente llamado terapéutico) y se le agrega cáscaras de naranja. Es una bebida que supera los ochenta grados y es muy popular entre los jóvenes.  Hay hongos que crecen en la bosta de caballo y son alucinógenos, pero ya casi no se usan. Es más popular el cachurí y el pegamento.

Y  se realizan congresos, reuniones, talleres sobre tema aborigen. Antropólogos, sociólogos y otros expertos realizan diagnóstico, con largas peroratas sobre la preservación de la cultura de los pueblos originarios y ahí termina todo. Los gobiernos provinciales llevan a las comunidades mercaderías para tapar agujeros.

El derrumbe

En 1884 el gobierno nacional hizo una razzia generalizada en el norte para someter a los indios rebeldes. Se llamó Conquista del Chaco. Hubo sometimiento y aborígenes explotados en los obrajes. Y después nada. Nunca hubo un proyecto para que los aborígenes pudieran formar parte de un proyecto de país. Qué podía importarle a la oligarquía gobernante el destino de esos “salvajes”.  Así  hasta hoy cuando ya no le dejaron ni las tierras para mariscar y sin alternativas más que la desnutrición y la muerte.  En muchos lugares el recurso del comedor escolar es la única fuente de alimentación. Otra cuestión grave es el agua potable, casi inexistente.

Desnutrición

La mala nutrición es generalizada entre las comunidades aborígenes. Hay casos extremos como los ocurridos en estas últimas semanas.

Los gobiernos tanto provinciales como nacionales no tienen un plan para recuperar esas comunidades y las buenas intenciones, cuando las hay, chocan con la ignorancia supina de los funcionarios

Para la dirigencia política son útiles a la hora de votar. Lo demás parece interesar muy poco.

rubengallay@hotmail.com

 

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