El Miércoles Digital Concepción del Uruguay – Entre Ríos
Se inauguró en el Museo de la Ciudad la muestra de obras del artista uruguayense, y en la ocasión el profesor Luis Cerrudo se refirió a su labor con las palabras que, por gentileza de su autor, reproducimos a continuación.
Por LUIS CERRUDO
Paisajes de mi ciudad – muestra retrospectiva
Queremos agradecer a José Luis esta invitación. Una invitación a una muestra que no es una exposición más. Es un llamado a recorrer una parte larga de su vida, acá, donde nos abre la puerta y nos recibe, permitiéndonos a todos nosotros entrar en un mundo que es el de todos. El lugar verde y luminoso, con murmullos de río y suaves brisas, con cielos diáfanos y atardeceres rojos. Este paisaje que nos trae el río de los pájaros y al cual hoy José Luis nos pide que lo acompañemos a visitar para compartir su particular mirada a lo largo de poco más de cinco décadas. Una invitación generosa, que agradecemos.
"Mi mundo pasa por el arte" nos dice José Luis. Cuando nos relata sus inicios en esta tarea, se remonta a su niñez, donde los lápices, el papel, los crayones, las témperas, formaban parte de los elementos fundamentales de su hacer-niño. Con la comprensión y el estímulo de sus padres fue reafirmando sus formas de expresión y pasó de ser el centro de las tareas escolares en pizarrones y láminas conmemorativas convocado por sus maestras, a una adolescencia donde fue intercalando trabajos con rasgos surrealistas y futuros distópicos, con cuidadosos dibujos y colores tranquilos en las témperas, las acuarelas o el óleo.
Explorar, buscar temas motivadores, seguir expresándose y conocer su entorno vital fue parte del aprendizaje, para así poder entender en toda su dimensión a la naturaleza que lo convocaba indefectiblemente. Para esta época ya había obtenido un primer reconocimiento en un concurso de manchas con una témpera y grafito, un paisaje de la Boca falsa del riacho Itapé, pintada al lado del río a los 14 años y le siguió una (primera también) muestra individual, en 1977, en el Templo Masónico, donde se había puesto en contacto con el mundo artístico uruguayense, al sumarse para colaborar en el Museo de Bellas Artes, aquel que funcionara hacia fines de los años 70 y comienzos de los 80, donde el Profesor Aste, Scola, el Cuqui Silva, Omar Scolamieri, Beatriz Bustos, los destacados artistas plásticos de nuestra ciudad en aquella época, intentaban sostener un espacio de exhibición.
"Pintor del río Uruguay" nos dice José Luis. Ya el paisaje y la costa formaban parte de sus inicios y en su estadía en Rosario para continuar sus estudios universitarios, lo siguió ratificando. Poco a poco, más allá de otras expresiones, el paisaje lo ganaba en ese tránsito hacia lo que él define como "pintor de la costa, pintor del río…".
Continúa creando y exponiendo y, a pesar de recibir su título, la actividad integral del artista identificado con su lugar, este lugar, se impuso en su elección de vida.
En 1989 conoció a Artemio Alisio, y de su relación de reconocimiento y amistad, quedó una marca profunda en su tarea en el mundo del arte y una nueva mirada, más global, más abarcadora de las potencialidades y la proyección que podía tener, ya no sólo como artista plástico sino también como gestor cultural.
"Voluntad y trabajo" dice José Luis. Esos años no solamente implicaron un mayor compromiso con la tarea diaria de dibujar, pintar y sumar experiencias con nuevos soportes y técnicas, sino que paralelamente incorporó la gestión pública. Colaborador de la Dirección Municipal de Cultura, en 1991 fue convocado por Carlos María Scelzi para hacerse cargo de la misma. Continuó luego con la tarea diaria en lo que sería el Museo Provincial de Dibujo y Grabado Guamán Poma, el espacio emblemático creado desde la nada por Artemio al que se sumó como su principal colaborador. Organización de muestras, viajes con las obras, programación anual, búsqueda de espacios para exponer, gestiones diversas, poner el hombro y algo más por la falta de presupuesto, penurias varias, ánimo que no decae, el contacto prolífico con dibujantes y grabadores, experiencia que se acumula…el mundo de la gestión cultural en una ciudad que gusta de reconocerse a sí misma con tradición en ese campo.
Y así, desde ese pensarse como el pintor de la costa se fue convirtiendo en un artista integral y un gestor cultural con mayúsculas, que luego de la partida de Artemio, se hizo cargo con altura del Museo de dibujo y grabado, este espacio aún itinerante, que hoy lleva el nombre de su creador. Y lo sostuvo e hizo crecer a lo largo de casi veinte años pasando a formar parte indisoluble de su vida.
Como artista plástico amplió su espectro. Dibujante, pintor y ceramista. Un arco de expresión que fue reafirmando ese paisaje que lo había elegido para ser su motivo de expresión y su identidad sensible. El rio Uruguay, el riacho Itapé, la costa, los arroyos y sus colores y tonalidades diversas. El entorno, la luz, el atardecer, los cielos entrerrianos y los verdes…Y los animales litoraleños que se fueron sumando en la medida que los incluye en el dibujo en su serie de animales abigarrados, que dan cuenta de nuestra fauna más cercana y luego en sus platos cerámicos tan característicos y personales. Sapos, lagartos, peces, tortugas, pájaros diversos con colores que extrae de la tierra, en una conjunción casi perfecta entre arte, naturaleza e identidad.
"Cómo generar una obra?" nos dice José Luis. "Para mí el trabajo de campo es esencial. Recorrer, conocer, mirar, observar, dibujar y registrar, bocetar, estudiar el entorno…Dibujar siempre… para la pintura, para la cerámica. Y juntar el mundo de la creación y del trabajo. Yo tengo un orden de trabajo: me levanto de madrugada, todos los días y me siento en el estudio dos, tres horas… el trabajo diario es parte del oficio del creador. Y ahí surgen las obras y sus ciclos: el ciclo del agua, el ciclo del cielo, el ciclo de la tierra…".
"Estar atento, ser curioso, ser observador y saber mirar… ese es mi mundo de artista, de un trabajador del arte como yo me siento" Y agrega: "Esta es mi ciudad. Es un reflejo del río y del cielo. Un reflejo de sus animales y su naturaleza. Y así se transforma, a través de la expresión artística, en un reflejo de mi vida y de mi lugar en el mundo".
Este es José Luis. Quien hoy nos invita a esta muestra, quien nos propone caminar junto a él estos más de 50 años reflejando el paisaje. El suyo que es nuestro.
Esta muestra retrospectiva nos permite mirar hacia atrás y encontrar ese hilo conductor que lo fue transformando en un artista personal, con identidad propia, con una forma de expresarse que lo identifica claramente. Mirar juntos ese paisaje de inicios de los 80 y seguir desde ahí como JL se va introduciendo en el río, en la vegetación, en el cielo y como a su vez ese paisaje se interna en su personalidad y pasa a formar parte de una forma especial de reflejarlo en la tela…Los colores, las pinceladas, la expresión, el sentimiento en la observación, la fuerza o la delicadeza en la expresión. Su obra trasunta esa fuerte relación.
Con el paso del tiempo, esa pincelada se transforma, se afirma, el color muta en la vehemencia o en la calma, en la alegría o en la melancolía, en los largos silencios sólo interrumpidos por el suave canto de los pájaros que parecen acompañar cada obra, y que nos marcan esa relación íntima con el entorno que, al ser compartida a través del hecho estético, nos permite comunicarnos en este espacio de identidad que nos atraviesa. Desde los primeros esbozos en el papel, el paisaje lo fue configurando como uno de sus más genuinos intérpretes.
Seguramente, todos nosotros buscamos nuestro paisaje, que no es otra cuestión que saber cuál es nuestro lugar en el mundo. Indudablemente, José Luis Saffer lo encontró y a través de su fina expresión, lo comparte generosamente con todos nosotros.
Muchas gracias por la invitación, muchas gracias por distinguirme para decir estas palabras desde el tiempo compartido y por este encuentro de amigos.
Disfrutemos de su obra, entonces.
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