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"Veneno": una investigación sobre los agrotóxicos y las complicidades estatales como privadas

Es un libro donde se pone de manifiesto la falta de interés en los controles de organismos estatales sobre el uso de los herbicidas. Siquiera-denuncian-hay estadísticas oficiales de cuánto se desaparrama sobre el suelo argentino. Recogen los testimonios de personas afectadas. Incluso cuestionan el rol de las universidades públicas en no ayudar a cuestionar y acompañar. Plantean temores sobre el recientemente aprobado "RIGI".

 

Por FANY POSTAN (Especial para EL MIÉRCOLES)

El viernes 28 de junio en la Escuela Secundaria Jorge Luis Borges de la ciudad Concordia se desarrolló la presentación del libro, en el marco de un encuentro de carácter libre y gratuito. Allí se presentó el libro "Veneno" de Paula Blois y Guillermo Folguera, publicado recientemente por la Editorial Hekht.

Con ello empezó el ciclo de charlas-debate sobre Ambiente y Capitalismo organizado por el Colectivo Ecosocial de la ciudad. Estuvieron presentes los autores del libro y más de 150 personas, entre quienes resaltaron docentes, estudiantes de secundaria y activistas sociales y ambientales.

¿Quiénes son los autores?

Paula Blois es licenciada y doctora en Antropología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Guillermo Folguera es licenciado en Filosofía, Licenciado y doctor en Ciencias Biológicas, también de la UBA.

Ambos son activistas ambientales y juntos escribieron el libro "Veneno".

¿De qué trata el libro?

El libro investiga el funcionamiento y los alcances de la política de los agrotóxicos en Argentina, a partir de entrevistas a funcionarios públicos del ex Ministerio de Ambiente y del Senasa, a Antonio Aracre, ex CEO de Syngenta - empresa productora y comercializadora de agrotóxicos - y ex Jefe de Asesores de la Presidencia, y a personas de comunidades afectadas directamente por el uso de agrotóxicos.

“La omisión es parte de la política del veneno”

“La punta del ovillo para escribir el libro - cuenta Paula Blois - fue un informe de 2021 realizado por científicos del Conicet a pedido del Ministerio de Ambiente de aquel entonces sobre el uso de Atrazina, un herbicida muy utilizado en Argentina asociado al cáncer de mama entre otras cuestiones”.

El mayor obstáculo para realizar esta y otras investigaciones y para pensar en políticas públicas, según Guillermo Folguera, es que Argentina no tiene datos oficiales sobre cuánto veneno se echa hoy en el suelo argentino, como tampoco sobre cáncer de mama y otras afecciones a la salud por lugar o por distancia a fumigación en los últimos 20 años. Y eso, según Folguera, es buscado: “Un alto funcionario del Ministerio de Ambiente, off the record, nos dijo que entre la Dictadura en la década del 70 y la década del 90 se desarticuló todo el monitoreo sanitario y ambiental y nunca se restauró.”

“El veneno necesita barrer las comunidades así como también acaparar, apropiarse y avanzar sobre lo común” - argumenta Blois. “Los ríos, las tierras, el aire que respiramos, la lluvia que cae, todo tiene veneno.”

“La omisión es parte de la política del veneno”, concluye Blois. YPF, que comercializa Atrazina, no ha respondido a los pedidos reiterados de entrevistas en el marco de la investigación. “Hay un nivel de complicidad alto en las instituciones públicas, que a veces lleva a que el silencio no esté dado tanto por la persecución - que también existe - sino por un auto-silenciamiento”, agrega Folguera, y se pregunta por qué las universidades nacionales, por ejemplo, no tienen una política más clara de acompañar a las comunidades en este tema.

El “enchastre” entre lo público y lo privado

“¿Cómo el veneno altera lo público? O, ¿qué es lo público en la política del veneno?”, se preguntan en el libro. Una respuesta la dio un entrevistado de uno de los tantos pueblos fumigados del país: “El Estado es un enchastre”.

Se refiere a la disolución de lo público en lo privado o la idea de Estado-Empresa. “Las empresas funcionan como otro Estado y yo diría que con un poder inclusive más fuerte que el propio Estado Argentino”, dice Folguera. Por citar un ejemplo, en palabras de Blois: “Dentro del Senasa está la Dirección donde se evalúan y se aprueban los venenos que luego son derramados en nuestros territorios, la cual confía plenamente en el criterio de las empresas.”

Cuando se les preguntó a funcionarios cómo es que no hay un relevamiento oficial, estatal, público de cuánto veneno se echa en territorio argentino, argumentan que no hay capacidad de hacerlo y que por este motivo se valen de los datos de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe), que es la cámara que aúna a las empresas que venden los agrotóxicos.

El avance sobre las comunidades y los territorios

Los escritores de "Veneno" se preguntan cómo la política de los agrotóxicos altera los territorios y las comunidades. “El veneno requiere un suelo convertido en un medio para lograr producir commodities”, dice Blois. De allí la imagen de marca de YPF-Agro: “Un paisaje homogéneo, plantitas todas iguales, horizonte, sol, donde no hay personas ni ningún tipo de ser vivo más allá de la plantita al lado de otra plantita”.

Blois, que a su vez es ilustradora, tomó esta foto de base para intervenirla e ilustrar el libro con las sucesivas deformaciones de la imagen original. “El modelo del veneno hizo que la gente ya no pueda vivir en el campo. Por eso es tan importante defender las escuelas rurales, porque donde se cierra una escuela rural, donde deja de pasar el transporte público, donde deja de haber electricidad o ruta, la gente ya no puede vivir”, dice Folguera.

“El veneno necesita barrer las comunidades así como también acaparar, apropiarse y avanzar sobre lo común” - argumenta Blois. “Los ríos, las tierras, el aire que respiramos, la lluvia que cae, todo tiene veneno.”

Cuando Guillermo Folguera estaba estudiando Biología en 2002, se encontró con la realidad de la soja transgénica - resistente al Glifosato - y para entonces ya se hablaba de que ese modelo podría generar mayor desigualdad social, contaminación química en los territorios, cambios en la matriz productiva, que algunos productores pequeños ya no puedan producir, enfermedades como cáncer o problemas en la tiroides y que mucha gente del campo vaya a vivir a las grandes ciudades. “Veintidós años después - lamenta - todo eso pasó”.

Según los autores, el Régimen de Incentivo de Grandes Inversiones (RIGI) aprobado recientemente en Diputados es una profundización de estas políticas de falta de transparencia y favores tributarios, que tienen más de 20 años en Argentina.

“Hay muchas legislaciones provinciales que protegen los territorios en contra del extractivismo y no queda claro qué va a pasar a partir de ahora - dice Folguera. Posiblemente con el RIGI las empresas tengan herramientas para ir a la justicia internacional.”

Y recordó tres levantamientos provinciales muy recientes, Chubut, Mendoza y Jujuy, los tres en defensa del agua: “En los tres casos hay legislaciones provinciales que complican o prohíben diferentes tipos de minería, y ahí el RIGI va a actuar.”

“El RIGI va a generar que rápidamente aparezcan y se multipliquen empresas locales y extranjeras ya que van a tener apoyo durante 30 años: una especie de cheque en blanco”. “Claramente el RIGI fue escrito por las corporaciones y aprobado por nuestros legisladores”, concluye.

¿Qué podemos hacer?

Paula Blois Y Guillermo Folguera cuentan que en las charlas siempre surge la pregunta por el qué podemos hacer como sociedad para torcer el rumbo de estas políticas devastadoras. “Podemos cuidar”, dice Guillermo.

“Llegó el momento de que el paradigma de cuidado nos tiene que gobernar. No el negociado, no el lucro, no el apriete, no la cobardía”. “El mayor desastre que tenemos como país - agrega Folguera - es que hay procesos de fragmentación tan brutales contra los tejidos sociales que nos han metido adentro que la otra persona es enemiga: los jóvenes con los viejos, las grandes ciudades con el campo, y esto no nos va a permitir salir, porque realmente es un proyecto común contra el extractivismo.”

Y continúa: “La situación es urgente pero la solución no es inmediata. Es tan grave lo que estamos sufriendo en términos de pobreza, falta de alimentación y destrucción ambiental que con cualquier atajo que nos proponen, mienten. Cuando la soja se expande en 2002, ¿qué nos promete? Que vamos a resolver el problema de la alimentación mundial y nunca hubo tanta hambre como en la actualidad en Argentina. Tenemos que saber que va para largo pero tenemos que organizarnos, los tejidos funcionan, miren la cantidad de personas que somos hoy acá”.

El libro Veneno se puede conseguir a través de la página de la editorial Hekht: https://hekht.com.ar/

Fotos: Gentileza de Juan Menoni .

 

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