A través de su cuenta de Instagram, la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo compartió el encuentro que finalmente se produjo este fin de semana entre Adriana Garnier, la nieta recuperada Nº 126 e hija de Violeta Ortolani y Edgardo Garnier, y su abuela Blanca Díaz de Garnier.
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El postergado abrazo se produjo en Concepción del Uruguay, Entre Ríos. "Felicidad, amor y recuerdos acompañan el día de encuentro. Cada nueva anécdota sobre sus padres desaparecidos reconfigurar su #IdentidadEnConstrucción hoy más que nunca. Adriana descubre que ama a los perros como su padre; que no le gusta ir a bailar como a su madre y que también heredó de ella ese carácter firme y alegre. La pera angulosa, está a la vista, es de su abuela Blanca #BienvenidaALaVerdad", expresaron las Abuelas.
El video dónde Adriana le dice a El Miércoles Digital que vendrá a La Histórica: "Se hace desear la abuela..."
La nieta restituída número 126, hija de Edgardo Garnier y Violeta Ortolani, contó que entre las coincidencias halladas entre ella y su familia sanguínea encontró que tenía rasgos de su madre y de su padre y también de su única abuela viva.
"Me parezco a los dos, pero más a mi papá por la cara alargada y delgada, con orejas grandes, pero también a mi mamá por los ojos negros y las cejas pobladas", había relatado Adriana en su encuentro con algunos medios de comunicación.
Desde que el miércoles conoció su verdadera identidad, la joven abogada admite que aún no puede "caer en la realidad" y que tras conocer a su abuela Blanca, padre de Edgadrdo Garnier, fue sorprendida por ser "una persona hermosa por dentro y por fuera que irradia muchísima luz".
"Lo que me pasó es una inyección de felicidad tremenda, como un plus"
Adriana también halló coincidencias respecto al equipo de fútbol del cual es simpatizante, Independiente, de quien es hincha luego de haber sido de Huracán, por tradición familiar. "Mi padre era fanático de Independiente y mi mamá de crianza me había regalado un osito con las iniciales C.A.I. (Club Atlético Independiente) que yo guardé y traje a mi abuela", comentó. Sobre el cambio que se produjo en su vida a partir de la confirmación de que era hija de desaparecidos, Adriana destacó que antes "vivía en la incertidumbre y con muchas preguntas sobre mi mamá".
"Después de la muerte de mis padres de crianza busqué y me hice los estudios genéticos que en principio dieron negativo y a partir de ahí tenía muchas preguntas sin responder, porque si no era hija de desaparecidos, después de 40 años, era difícil empezar la búsqueda por otro lado", aseguró. A pesar de que sus tías y primas de crianza le dieron contención, al morir el matrimonio que la crió, Adriana reconoció sentirse "muy sola, muy perdida porque no tenia una referencia" y con una vida girando en torno al trabajo, el gimnaso y el paseo de su perro. "Lo que me pasó es una inyección de felicidad tremenda, como un plus" aseguró y alentó a quienes se encuentran en situación similar "le pongan garra porque se puede salir adelante".
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